El avistaje de pájaros o birdwatching es una de las especialidades del ecoturismo más difundidas a nivel global, y Brasil ofrece excelentes opciones para la práctica.

Pocas experiencias despiertan tanta admiración como observar un ave rara en su entorno natural. El silencio interrumpido por un canto vibrante, el batir de alas coloridas cruzando el cielo y la mirada atenta, emocionada por cada detalle entre las hojas. Con una de las mayores biodiversidades del planeta, Brasil es un auténtico santuario al aire libre para los aficionados a la observación de aves.
De norte a sur, Brasil alberga paraísos casi vírgenes donde avistar aves raras, en paisajes que varían entre selvas tropicales, campos inundados y bosques centenarios. En este itinerario, cinco destinos imperdibles revelan al país a través del canto de sus aves.
Lajedo dos Beija-Flores
En el corazón del Parque Nacional de Boa Nova, en el suroeste de Bahía, se encuentra uno de los destinos más fascinantes para los observadores de aves: Lajedo dos Beija-Flores. A 450 kilómetros de la capital, Salvador, la región reúne los biomas de la Mata Atlántica y la Caatinga en una transición ecológica rara e impresionante. ¿El resultado?: un ecosistema con más de 460 especies de aves registradas, entre ellas el emblemático gravatazeiro, especie endémica que simboliza la conservación local.
Lajedo cuenta con senderos bien estructurados que atraviesan paisajes que alternan cactus, bromelias y árboles centenarios, a través de escenarios que parecen sacados de una pantalla de cine. Colibríes, petreles, canarios y otras aves son atraídas por los comederos y bebederos colocados a lo largo del camino. Al atardecer, el sol poniente tiñe el cielo de tonos dorados, poniendo fin a una jornada poética llena de descubrimientos y contemplación.
La mejor época para la observación de aves en Boa Nova es entre septiembre y noviembre, cuando la diversidad de especies se hace aún más evidente. Y para los que quieran visitar las cascadas, Boa Nova cuenta con cerca de 40, algunas de hasta 70 metros de altura.

Jardín de la Amazonia
Entre el Cerrado y la Selva Amazónica, el Jardim da Amazônia, en São José do Rio Claro (Mato Grosso), es un oasis de biodiversidad. Reconocido por BirdLife International como Área Importante para las Aves (IBA, Important Bird Area), el jardín está considerado uno de los cuatro principales puntos de observación de aves de Sudamérica. El destino alberga más de 570 especies de aves, además de mamíferos y manantiales de aguas cristalinas. Entre lo más destacado está el raro tijeretazo, especie que halla en la región uno de sus últimos refugios.
El sendero de Jatobá, de más de tres km, es un túnel verde donde se encuentran el capitán-de-cinta, la coroa-de-fogo, la cambaxirra-cinzenta y el topetinho-do- brasil-central. Las mariposas también son muy comunes en la zona y la morfo, con su exuberante color azul, es la más llamativa. El sendero de Lagoa, más corto, ofrece un encuentro armonioso entre la vegetación del Cerrado y la del Amazonas. El gran final tiene lugar al atardecer en el majestuoso Ninhal das Araras. Navegando por el río Claro, se puede disfrutar del espectáculo natural de loros, periquitos y guacamayos coloreando el cielo en una de las mayores reservas de guacamayos y aves de la región.
Pantanal
Ningún lugar del mundo alberga tanta vida silvestre en tan poco espacio como el Pantanal. Reconocido como Patrimonio Natural de la Humanidad y Reserva de la Biosfera por la UNESCO, el bioma alberga más de 650 especies de aves y fue elegido por la revista Time en 2023 como uno de los 50 destinos turísticos más extraordinarios del planeta. La experiencia comienza en Poconé, a dos horas en auto de la capital Cuiabá (la capital de Mato Grosso), a la que se accede por la emblemática ruta Transpantaneira. En este entorno se combinan actividades como senderismo, safaris fotográficos y paseos en barco al amanecer. Monos capuchinos, monos aulladores, coatíes, pacas y agutíes son parte de la fauna del lugar, junto a jacarés y nutrias gigantes.

Choca do Acre
En el extremo occidental de Brasil, en medio de la inmensidad de la selva amazónica, el Parque Nacional de Serra do Divisor ofrece una de las experiencias ornitológicas más remotas y encantadoras del país. El parque alberga más de 485 especies de aves, 30 de ellas en peligro de extinción y 12 endémicas. Entre cascadas cristalinas y miradores panorámicos, podrá avistar especies como el capitán de collar amarillo, el pájaro carpintero hermoso, el tovacuçu-xodó, el colibrí de cola dorada, el capitán bigote de limón y muchos otros. La especie más notable de la región es la endémica choca-do-acre, que solo se descubrió en 2004 y vive restringido a esta zona. La mejor época para conocer la selva amazónica es entre mayo y noviembre.
Finca Bananal
Ubicada en la histórica ciudad de Paraty (Río de Janeiro), es un encantador refugio para los aficionados a la ornitología que quieran combinar naturaleza, cultura e historia. Con 180 hectáreas de selva preservada, la finca está integrada en la ciudad colonial reconocida por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad y Ciudad Creativa de la Gastronomía. Entre pasarelas suspendidas y senderos accesibles, la finca alberga multitud de especies típicas de la Mata Atlántica, como tiês, saíras, jacutingas y colibríes —estos últimos protagonistas del delicado Jardín de los Colibríes, uno de los puntos fuertes del recorrido. Monitores medioambientales ayudan a identificar las especies, lo que hace que la experiencia sea aún más atractiva. La Fazenda Bananal es un ejemplo de cómo es posible combinar la conservación del medio ambiente, la educación y el ocio, ofreciendo a los aficionados a la observación de aves un refugio accesible, encantador y lleno de biodiversidad en el corazón de Paraty.
Cómo llegar:
Desde los principales aeropuertos internacionales de Brasil, hay vuelos diarios a los destinos regionales de observación de aves.
Aeropuerto Internacional de Salvador (BA), para quienes visitan el Parque Nacional de Boa Nova y Lajedo dos Beija-Flores. El aeropuerto tiene conexiones directas con San Pablo, Río de Janeiro, Brasilia, Recife y Belo Horizonte.
Aeropuerto Internacional de Cuiabá (MT): Acceso al Pantanal y al Jardín del Amazonas, con vuelos diarios desde las principales capitales brasileñas.
Aeropuerto Internacional de Río Branco (AC): entrada a la selva amazónica occidental, con vuelos regulares desde ciudades como San Pablo, Brasilia, Manaos y Porto Velho.
